Al juguete y a los juegos los pensamos como precursores, como aquellos objetos y experiencias que
propiciarán ambientes y condiciones para el desarrollo de matrices de aprendizajes. Las mismas caracterizarán de manera singular, tendencias, gustos, modos y lógicas de respuestas a desafíos planteados; como así también la construcción de un modo de comprensión y de una teoría propia sobre el mundo. Son las figuras de les adultes las que en su función de crianza habilitarán condiciones para
el despliegue del jugar, de manera segura, lo que implica la posibilidad de asumir riesgos, en una proporción que no implique sobreprotección, ni ausencia de mirada. Si la habilitación de experiencias, acompañando, sosteniendo, física, afectiva y simbólicamente.
El objeto juguete es tal a partir de ser investido por alguien, dándole valor, construyendo su propio sentido, sacándolo del lugar de puro objeto.
En la actualidad, esa investidura aparece asociada a un discurso de marketing, a través del cual se crea la necesidad de poseerlo como promesa de satisfacción y buen desarrollo. Se instala un supuesto que se aleja de la idea original del espacio de juego y de los juguetes como situaciones y objetos creados, generados y utilizados por las infancias y adultes de manera improvisada o con un proceso de elaboración y diseño, de construcción propia. Con toda la potencia de la autoría, como han sido cientos de barriletes construidos con caña obtenida a la vera de las vías del tren, que entrelazadas con un hilo formaban un hexágono con sus seis lados iguales, cubierto con un papel muy liviano y una larga cola con retazos de tela, mucho piolín y a volar. Experiencia que compite en la actualidad con el objeto producido y terminado listo para volar, lo que en sí mismo tiene valor, en la medida que no desplace, ni desestime, la experiencia de realización de objetos por sus mismos jugadores.
El mercado despliega estrategias permanentes para controlar a las infancias y adultes consumidores,
imponiendo el que, el con que, el cómo, el cuando y el para que….
Esto no invalida la posibilidad de acceder a lo que el mercado nos propone, pero si la oportunidad de
tener actitud crítica que nos permita repensarnos en nuestra relación con las infancias en torno al jugar, poniendo como protagonista el vínculo, la experiencia compartida.
En nuestra juegoteca conviven jugue- tes artesanales, industriales, de variados tipos y tamaños, garantizando su acceso como bienes culturales, provenientes de diferentes países y regiones. Objetos que representan modelos de vida, que dan a ver rasgos de diversas sociedades. En este sentido, en la experiencia de juego en la juegoteca, se abre la posibilidad de elegir libremente aquello con lo que se desea jugar.
Damián Calvo
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